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miércoles, 29 de septiembre de 2010

La chillocracia


Para Jorge Fernández Menéndez, vivimos una democracia de llorones, no de de pensadores.

El Congreso, sin brújula

Lo ocurrido en las comparecencias muestra que la descalificación, el insulto, el rollo de cada legislador, sea lo que resalte algún medio.

Jorge Fernández Menéndez
Para mis amigos y compañeros de Excélsior ante las cobardes agresiones de Esparza y sus hooligans. 
Las comparecencias de los funcionarios federales para la glosa del IV Informe de Gobierno han confirmado lo inútil de ese procedimiento, incluso cuando se realiza en comisiones que se supone son especializadas, y ratifica que el Congreso en general y la Cámara de Diputados en particular han perdido la brújula.
Lo ocurrido en las comparecencias muestra que no hay el más mínimo interés en analizar con seriedad lo presentado, todo se ha convertido en una feria de descalificaciones, monólogos ni siquiera compartidos, en ocasiones de insultos gratuitos, esperando que sea eso: la descalificación, el insulto, el rollo de cada legislador, lo que resalte algún medio. Y muchas veces lo logran, el problema es que, en cada una de esas ocasiones, el Congreso pierde estatura ante la sociedad.
Apenas el lunes hubo una serie de comparecencias que exhibieron argumentos ridículos. El senador Ricardo Monreal (que quizá quiere ganar puntos con López Obrador porque en cada una de esas comparencias destacó como el más agresivo y el menos reflexivo de los legisladores) ante la canciller Patricia Espinosa se lanzó con un largo discurso que reclamaba una dura respuesta diplomática a la comparación que hizo la secretaria de Estado, Hillary Clinton, de México con la Colombia de hace 20 años, con motivo de la explosión de un coche bomba en Ciudad Juárez. Yo no sé qué piensa Monreal al respecto, pero lo que dijo Clinton me pareció bastante sensato, se estuviera o no de acuerdo con ella y fue un comentario en un foro académico. Pero lo absurdo es que los compañeros de bancada de Monreal han sido quienes más han insistido en el tema al incursionar incluso en la tesis del Estado fallido. Creo que nuestra diplomacia no se encuentra al nivel que requiere el país, pero no es por esas tonterías que buscan reflectores, criticando, venga o no al caso, a Estados Unidos, sino porque no se está jugando el papel que podríamos desempeñar. Hemos convertido a la nuestra en una democracia reactiva y poco propositiva, sin iniciativa en temas clave de la agenda internacional, incluso en algunos que nos involucran directamente. Pero de eso no se habló.
Monreal, y otros legisladores, vapulearon al secretario de Economía, Bruno Ferrari. Monreal lo insultó una y otra vez, lo menos que le dijo es que era un cero a la izquierda y un inútil. ¿Por su desempeño en esa dependencia? No, lo hizo porque había sido un activo participante en la oposición a López Obrador. ¿Se están haciendo bien las cosas en Economía? Creo que hay muchas luces y sombras y que si el país está perdiendo competitividad y si retrocedemos años con año en el ranking de las economías mundiales es que algo está mal y se debe modificar profundamente. Pero de eso, una vez más, no se habló.
En la comparecencia del secretario de Seguridad Pública se llegó al extremo. Un grupo de legisladores le reclamó a García Luna por el incremento de los robos a casa habitación y a transeúntes, de las extorsiones y de los secuestros, y se llegó a decir que se cometen 50 mil secuestros anuales en México. Tenían razón en estar molestos, pero, como les dijo García Luna, todos esos delitos son del ámbito local, no federal, y él es el responsable de la Secretaría de Seguridad Pública federal y venía a dar cuenta de esas acciones. En otras palabras, a quienes hay que pedirles cuentas de esos incrementos en los delitos locales es a los gobernadores y a los presidentes municipales. A lo que respondieron los legisladores diciendo que no les importaba si era local o federal el delito, que era responsabilidad del gobierno federal, y en particular de García Luna, recuperar la seguridad.
Paradójicamente, eso no se puede hacer así porque el Congreso, o sea los legisladores, no han avanzado en las leyes que se requieren para garantizar esa responsabilidad federal. Aún no contamos con fuerzas policiales unificadas, más de 80% de los policías estatales y municipales no han sido enviados a que pasen los controles de confianza y leyes como la de secuestro acaba de aprobarse en comisiones, pero todavía no pasa siquiera al pleno de San Lázaro. Y, para colmo, los mismos legisladores que se comprometieron a respetar las leyes, fueron los que acudieron entusiasmados a proteger y darle fuero a un presunto delincuente como el ahora diputado Julio César Godoy Toscano, con una orden de aprehensión vigente y reclamado por la justicia, acusado de fuertes vínculos con el narcotráfico