La política del Presidente Felipe Calderón de atacar al crimen organizado con todos los medios del estado ha colateralmente removido los cimientos de la política nacional.
Casi todos los gobernadores, congresistas y senadores del país se han lanzado a declarar que ellos apoyan el esfuerzo contra el narco y el crimen organizado.
Pero no todos, algunos han permanecido en un silencio conspicuo y otros criticando abierta o veladamente la estrategia nacional contra el crimen mientras no hacen absolutamente nada por terminar con el cáncer que afecta a sus comunidades y mucha gente en muchos estados del país no tienen claro si sus gobiernos locales apoyan o no este esfuerzo.
No solo se libran batallas entre las fuerzas federales y los sicarios en las calles de Michoacán, Nuevo León, Tamaulipas y muchas otras regiones del país. También se libran otras batallas, mucho menos cruentas, pero no menos perversas, en la política y en los medios y la opinión pública nacional porque el narcotráfico también ha penetrado lamentablemente a amplios sectores de la vida nacional.
Es claro que hay medios nacionales que están contaminados por el cáncer del narco. Es claro también que su estrategia no simplista, es claro no van a intentar hacernos creer que los narcos son hermosas y nobles personas porque sería tanto como ponerse en clara evidencia. Su misión es otra, su función al lado del narco no es tanto defenderle directamente, no podrían hacerlo abiertamente, sino que su objetivo es atacar sin cuartel el esfuerzo que el estado hace contra el narcotráfico y las bandas delictivas.
La misión de estos periodistas y columnistas y editores vendidos al narco tiene varias aristas, es una estrategia amplia y multifuncional.
Por un lado, su principio más claro es difamar, fabricar infamias, enlodar, ensuciar, manchar la reputación del Ejército, de la Policía Federal, de las dependencias federales encargadas de la seguridad del país, de la Administración de Felipe Calderón. Su misión es acusarles y fabricarles todo tipo de mentiras para intentar hacerle creer a la población que nuestro estado es tan cruel y perverso como los criminales mismos, que nuestro estado trabaja en contubernio con ellos mismos.
Otra arista de su misión es intimidar a la población Mexicana haciéndole creer que entre más se luche contra el narco más muertos y más victimas habrá y mas sufriremos. Podemos escuchar sus voces cada día advirtiéndonos que “jamás se ganara la guerra”, “habrá más muertos si continuamos este camino”, el objetivo es infundir miedo, confusión, temor, aterrorizar.
Y aun otra lanza más del crimen organizado esta concentrada en promover a las bandas delictivas como organizaciones con base social, representantes genuinos del pueblo a quienes dicen proteger y ayudar, quieren hacernos creer que el narco y el crimen organizado cumplen una especie de labor social y que están siendo injustamente atacados por un estado represor que debería ver la problemática desde otro ángulo y sentarse a negociar con estas “organizaciones sociales”.
Es tiempo de comenzar a trazar una línea en la arena para definir quién está contra el crimen organizado y quien no, quien apoya a nuestro ejército y a nuestras policías federales que arriesgan sus vidas por restablecer el estado de derecho en amplias regiones del país, y quien no les apoya.
Es tiempo de definir quién está al lado de la sociedad Mexicana y quien está contra ella.