Si usted, apreciado lector, es jefe o jefa de familia, sus hijos estudian en una escuela privada, paga renta o un crédito hipotecario y tiene una mascota, no tenga duda: la reforma hacendaria que presentó hace una semana el presidenteEnrique Peña Nieto está pensada en usted y en cómo abusar más de los contribuyentes cautivos, los asalariados, los que conforman las clases medias.
Es cierto que nuestro Estado requiere de más recursos para cumplir con obligaciones fundamentales como combatir la pobreza en la que están sumidos millones de mexicanos; dotar de servicios de salud y educación a toda la población, o asegurar un retiro digno a los mexicanos que año tras año se jubilan. Es cierto que es necesario hacer un esfuerzo mayor para generarlos. Sin embargo, la propuesta hacendaria del gobierno, pretende que ese esfuerzo se concentre en un solo sector de la población.
El primer golpe a las clases medias es la imposición del IVA de 16% a colegiaturas. No conforme el gobierno con que estas familias, con los impuestos que ya pagamos, financiemos la educación pública, pretende castigar los esfuerzos por tratar de darles a nuestros hijos una mejor educación que la que el propio Estado es capaz de ofrecer.
También los intereses hipotecarios serían gravados con una tasa de 16%, de aprobarse la reforma. Quienes pagan un crédito hipotecario con el anhelo de tener una vivienda propia son vistos por este gobierno como pudientes a los que hay que cobrarles más. Peor aún, a quienes no han podido comprar una casa y rentan, el gobierno tiene pensado igualmente imponerles el mismo impuesto, retrasando así la posibilidad de hacerse de un patrimonio.
Súmele a esto el incremento del Impuesto Sobre la Renta de 30% a 32% y los fuertes límites a las deducciones fiscales.
En vez de incrementar la base gravable, la reforma pretende, además, hacer uso de una salida fácil, pero peligrosa que ya en el pasado nos ha dejado amargas lecciones: la del endeudamiento. Pareciera que al PRI no le bastó con endeudar varios estados como Coahuila, Veracruz y Nuevo León sino que ahora pretender generar un déficit en las finanzas públicas de 262 mil millones de pesos equivalente a 1.5% del PIB. Si además, se considera el gasto en inversión de Pemex, el déficit asciende a 3.5% del PIB, siendo el más alto en los últimos 20 años, rompiendo toda la lógica de las finanzas sanas y el equilibrio macroeconómico.
Todo esto sin explicar cómo va a reducir la corrupción y a mejorar la calidad en el ejercicio del gasto. ¿El gobierno va a limitar y transparentar los cuantiosos recursos que le transfiere a los sindicatos? ¿En qué porcentaje va a reducir el gobierno su burocracia excesiva? ¿Cuántos millones de pesos va a eliminar en gastos suntuosos? ¿Sustituirá a los contralores a modo que han asignado los titulares de las dependencias por unos con verdadera autonomía y profesionalismo?
Todos los que queremos un México más próspero y justo estamos de acuerdo en asumir mayores sacrificios, siempre y cuando repercutan en una mejor vida para todos. Si bien los más pobres deben ser los primeros beneficiarios de la ayuda del Estado, los demás también merecemos servicios educativos y de salud de calidad, calles en buen estado y jardínes para que jueguen nuestros hijos. Estamos dispuestos a sacrificarnos si el esfuerzo es equitativo y proporcional y si el gobierno asume un claro compromiso de racionalidad en el gasto, combate a la corrupción y rendición de cuentas.
Los senadores y diputados del PAN defenderemos a las familias mexicanas y no aprobaremos esta reforma que es sin duda un franco ataque a las clases medias.
Politóloga. Senadora
de la República
Twitter: @Laura_Rojas_