google-site-verification: google73c5015e9866507b.html

martes, 9 de febrero de 2010

¿Y a estos quieren de presidentes?

Reproduzco la columna de Martín Moreno en Excelsior del día de hoy

 

Archivos del poder

Martín Moreno

Lluvias, culpas y damnificados


Necedad, negligencia e indolencia —esa combinación que no falla en nuestros gobernantes— aparecen, una vez más, en la desgracia que miles de capitalinos y mexiquenses enfrentan hoy con sus casas inundadas, entre aguas negras, viviendo en azoteas y esperando una ayuda que, a cuentagotas, se dignan brindarles los gobiernos en turno.

Ni siquiera imaginamos el drama que viven: sobrevivir entre la porquería, sin comida, agua ni medicinas. Improvisando lanchas con cuatro barriles y una tabla; rogando por auxilio, los hijos llorando, con infecciones en los pies y viendo pasar por el cielo los helicópteros que transportan a los funcionarios… que sólo se asoman desde la ventanilla.

Ayer fue Valle Dorado. Hoy, Valle de Chalco, Ciudad Nezahualcóyotl o Ecatepec, en el Estado de México. O la colonia El Arenal, en el DF.

El domingo pasado realizamos una transmisión especial desde Valle de Chalco en nuestro noticiero (2 a 4 de la tarde, Reporte 98.5 FM) y escuchamos la desesperación de aquellos miles que no saben a dónde amanecerán mañana —si es que amanecen—, quién responderá por los bienes perdidos y, lo más grave: ¿quién se echa al hombro a los diez muertos en Temascaltepec? ¿Quién levanta la mano para asumir su plena responsabilidad como gobernante? ¿Quién dice: Yo fallé?

Nadie lo hará. Porque a la necedad, la negligencia y la indolencia hay que sumarle la cobardía.
Marcelo Ebrard, quien hasta el jueves 4 de febrero rechazó la ayuda del Ejército y la Marina porque, según él, “la situación no lo ameritaba”, ¡qué bárbaro!, con tal de cuidar su imagen, cometió un error garrafal e inhumano: dejar abandonados a su suerte, durante las primeras horas, a los damnificados de El Arenal.
Por la negligencia de Marcelo —siempre entre la muchedumbre con sus trajes de marca y finas corbatas—, se perdieron horas valiosas que, con el apoyo de las Fuerzas Armadas, hubieran evitado mayores fatalidades. Su terquedad periódica de rechazar ayuda le ha costado muy caro a la capital. A final de cuentas, las circunstancias lo doblegaron y tuvo que recular. Quedó rebasado.

¿De qué sirvió que Ebrard haya instalado su oficina en El Arenal? De nada. El daño ya estaba hecho. Las aguas habían arrasado, como en los últimos tres años, parte de las colonias del DF. Son las consecuencias del populismo: priorizar estupideces como los Récord Guinness, las pistas de hielo, las playas artificiales o apadrinar quinceañeras en el Zócalo.

Sí: Ebrard ha sido una desgracia para la Ciudad de México.

El falso izquierdista es rebasado por dos cosas: el conflicto natural que provoca una metrópoli como el DF y sus ambiciones políticas.

“El Arenal se encuentra en vías de normalización”, dice Marcelo. Sí, cómo no. Eso es demagogia irresponsable, ya que aún hay hogares inundados, personas en la calle, riesgos de infección e insuficiencia a la hora de atender las demandas inmediatas.

Pero no sólo en el DF hace aire. En el Estado de México, se quiera o no reconocer, fue necesario que el presidente Calderón comenzara a hacer recorridos por las zonas más dañadas —como Valle de Chalco desde el viernes pasado—, para que el gobernador Peña Nieto y su equipo se pusieran las pilas.
Y tal como ocurrió en Valle Dorado, Calderón encabezó las tareas de apoyo y respondía a la angustia popular mientras el gobernador mexiquense, siempre en segundo plano, escuchaba y ofrecía silencio.
Aún más: justo frente a Peña Nieto, el Presidente reprochó: “Ir por debajo de la tierra, por las obras de drenaje, muchos gobernantes no las apuntalaron cuando era debido”. Nadie lo desmintió.

Los mexiquenses se preguntan: ¿Dónde está el trabajo del secretario de Agua y Obra Pública del Edomex, David Korenfeld, bueno para la foto lucidora pero que, a la hora de la desgracia popular, se esconde debajo del escritorio?

¿Y el procurador de Justicia, Alberto Bazbaz? El domingo pasado sólo se limitó a recorrer zonas protegidas, sin dignarse mojar los zapatos y apoyar personalmente a los damnificados. Valiente funcionario.
El infortunio no ha terminado. José Ángel Córdova anuncia que hay un “alto riesgo de epidemia” y proliferación de “focos infecciosos” por la filtración de aguas fecales en los pozos para consumo humano.
A la furia natural, la incompetencia oficial.