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lunes, 23 de mayo de 2011

Más del viejo PRI

Columna de Juan Ignacio Zavala

Al priismo le parece que hay que premiar a Eugenio Hernández no por su ejercicio de gobierno, sino porque en Tamaulipas ganó el PRI y para ellos lo importante son los votos, no las formas de gobernar. No hay más horizonte que el electoral.

Hay que admitir que en el PRI no se andan con miramientos en cuestiones de cinismo y desfachatez. Que si un gobernador termina su administración con gravísimos señalamientos de corrupción y hasta sospecha de actos criminales, nada de hacerlo a un lado o dejarlo en su casa. Se le incorpora de inmediato en la galería de prohombres del priismo actual y se le da un cargo.
¿Para los del PRI es importante gobernar bien? No. Es claro que para los priistas no es importante el éxito en las labores de gobierno, para ellos la eficacia se mide en términos electorales. No importa si la entidad gobernada era pujante y ahora está convertida en un cementerio, como lo es Tamaulipas. A quien llevó a ese estado a formar parte de los anales del crimen y el horror, se le premia dándole un cargo de alto nivel en el partido. Eugenio Hernández será una de las páginas más lúgubres de la historia tamaulipeca. Durante su gobierno, el asesinato, los ajusticiamientos, la extorsión, el secuestro, tomaron carta de naturalidad. Lasnarcofosas tienen su abominable esplendor en ese estado. Basta recordar el asesinato del candidato priista a gobernador.
¿Y por qué lo premia el PRI? Llama la atención porque es más que público y más que notorio, es una desgracia para todos, sobre todo para los propios tamaulipecos, lo que sucede en aquella entidad. Al priismo nacional le parece que hay que premiar, reconocer a Hernández no por su ejercicio de gobierno, por las mejoras logradas o porque su estado es mejor que cuando él inició a gobernar. No. Lo premian porque en Tamaulipas ganó el PRI y para ellos lo importante son los votos, no las formas de gobernar. No hay más horizonte que el electoral.
Ha sido tal el escándalo del nombramiento que parece que han decidido suspenderlo o, por lo menos, aplazarlo. Pero no fue por un acto de voluntad, sino porque la desfachatez, tan natural en ellos, tiene un límite en quienes observan la conducta pública.
Lo mismo sucede con personajes como Ulises Ruiz, de triste fama no sólo para el PRI —que les vale—, sino para el país en general y para Oaxaca en particular. O el ex gobernador de Durango Ismael Hernández, que premió como mujer del año a la directora de un penal que permitía salir a los presos, en patrullas oficiales, para realizar asesinatos, y cuyo estado también destaca en fosas clandestinas. Y la lista es larga. Todos saben que no hay delito que no cubra el manto de Moreira.
Ése es el equipazo que pretende llevar a Enrique Peña a la Presidencia. Hay que insistir con claridad: no hay nuevo PRI, es el mismo de antes en una versión que, quizá, pudo ser moderna, pero su propio origen se lo impidió.