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domingo, 4 de octubre de 2009

Mi pecado Favorito parte 2


"El movimiento", según ellos....

El peje Perdió. Perdió y por ego, no lo pudo admitir. Víctor tampoco lo hace pero no por ego –o al menos, no sólo por eso- sino porque su estatus de subempleado del movimiento pejista no le deja de otra que repetir el cuento del fraude aún a estas fechas. Los pejistas alegan que la contienda del dos de julio fue desigual, y tienen razón: Felipe Calderón compitió contra un precandidato muuuuy anunciado, permaneciendo en los aparadores políticos desde hacía cinco años con todo el poder de la entidad más opulenta en recursos de la nación: el Distrito Federal, a la cual usaba con un único fin: promoverse como presidente. Calderón ni siquiera era el candidato de Fox. Tan fue así que Andrés Manuel nunca lo tomó en serio, creyendo que la elección era nada menos que un trámite para su inevitable triunfo. Y no sólo él, a los pejistas ya se les olvidó esto, pero la mayor parte de la opinión pública pensaba igual y le rendían pleitesía, queriendo quedar bien con el futuro residente del Palacio Nacional; proyectaban a Calderón como “un enano” (tal y como lo siguen haciendo aquí los chairos resentidos). Ahora se dice “atacado por la minoría rapaz”, pero en su momento toda la prensa hacía campaña a favor de López con la venia del status quo, quien se había beneficiado con contratos millonarios hechos sin licitación y con un sin fin de prebendas, como regalarle a la iglesia católica terrenos con un valor de más de cien millones de pesos.

En un asomo de soberbia inconmensurada, el Peje no fue al primer debate. “Primero crezcan” dijo Federico Arreola–quien no es un “periodista independiente”, sino parte del grupo buscando llevar a López al poder, y así es como deben leerse sus “columnas”- entonces coordinador de redes ciudadanas, justificando uno de sus más grandes errores de campaña. explicó que no tenía caso debatir cuando la diferencia en las encuestas era tan grande. “Me da flojera”, respondió AMLO con arrogancia.

¿Para qué, si durante cinco años salió todas as mañanas en televisión con suaves entrevistas hasta de una hora que más parecían charlas de café con la abuela, incapaces de crearle un exabrupto como Loret de Mola quien exhibió las contradicciones entre lo que escribió en su libro y lo que ahora decía sobre la “privatización de PEMEX”? El gobierno del Distrito Federal le dio el dinero para pagar 5 años de anuncios en televisión adoptando frases de campaña. Como recuerda Pablo Hiriart, se les veía “En el futbol, en Big Brother, en las telenovelas, en los noticiarios, hasta en la sopa salía López Obrador.”

¿De dónde venía la limitación económica, si los fideicomisos del presupuesto del DF nunca se abrieron al escrutinio público, aliado con cantidad de proyectos rayando en la ilegalidad como su ejército de taxistas pirata, apurando una cuota semanal a las organizaciones del PRD. Lo mismo ocurrió con los ambulantes, los cuales crecieron en el DF como la espuma, mientras la entidad crecía y producía empleos muy por debajo de la media nacional.

Pero eso fue los primeros cinco años: durante la campaña el IFE le contabilizó diez mil 500 spots en televisión. ¡Era indestructible! Y por eso ni él ni sus colaboradores ni sus creyentes cuasireligiosos pueden creer su derrota al día de hoy. Como ocurrió con Evo Morales en Bolivia, con Hugo Chávez en Venezuela, con Correa en Ecuador, al López Obradorismo le urge el caos, la ingobernabilidad, pensando que con eso se les dará la presidencia por defecto. Así lo hicieron con la Ley del ISSSTE, con PEMEX, con el Plantón, donde han querido provocar un caos nacional y están frustrados porque no han podido (vamos, hasta con el chavo de Ocotlán, con el que han querido convertir a Jalisco en Grecia). Ahora se atienen a la crisis internacional esperando que ESTA VEZ SÍ se les haga el milagrito de sumar suficientes desesperados a su causa.