"En resumen, O’Neil sostiene que el actual estallido de violencia del narco es producto del avance democrático del país. Acusa directamente a los gobiernos priistas de haber pactado con estas mafias en el pasado..."
Este crecimiento de histeria nubla los verdaderos problemas para México y los EU. La cuestión no es si el estado mexicano caerá. No lo hará. El Estado mexicano continua y continuará colectando impuestos, administrando escuelas, reparando caminos, pagando salarios, y manejando los grandes programas sociales dentro del país. El ejército controlado por el mando civil ya ha extinguido verdaderas amenazas de guerrilla. El gobierno regularmente sostiene elecciones libres y justas, y su legitimidad a los ojos de sus ciudadanos y del mundo no es cuestionada.
"El gobierno regularmente sostiene elecciones libres y justas, y su legitimidad a los ojos de sus ciudadanos y del mundo no es cuestionada."Lo que ha cambiado en México en años recientes no es el comercio de drogas sino el surgimiento de una democracia basada en el mercado Aunque el legado autoritario persiste, el poder viene ahora de las urnas. Esta transformación ha coincidido con el alza de la clase media mexicana que, ahora de cerca de 30 millones, ha apoyado políticas y mercados más abiertos.
La apertura política de Mexico a finales de la década de los ochentas y noventas interrumpió estas dinámicas erguidas por largo tiempo. Cuando el monopolio político del PRI terminó, también lo hizo su monopolio sobre el comercio de la droga. La competición electoral nulificó los pactos no escritos, requiriendo a los narcotraficantes el negociar con el nuevo establecimiento político y animando a los traficantes rivales a apostar por nuevas oportunidades de mercado.
Con la elección de Vicente Fox, candidato el PAN, como presidente en el 2000, el viejo modelo -dependiente del domino priista- fue roto por completo. Las organizaciones traficantes de droga tomaron ventaja de la apertura política, terminando su subordinación al gobierno. Se enfocaron en comprar e intimidar a las autoridades locales en orden de asegurar el tránsito de sus bienes.
"Más que un solitario cruzado quijotesco, Calderón es un agudo político respondiendo a las demandas del votante."El actual aumento de la violencia es por mucho resultado de estos procesos políticos y económicos de larga escala, pero la autoproclamada guerra contra el narcotráfico del presidente Calderón también ha contribuido. Poco después de llegar al puesto en diciembre del 2006, Calderón envió el ejército a Nuevo León, Guerrero, Michoacán, y Tijuana, comenzando una nueva fase de la acción del gobierno que ahora representa unos 45,000 soldados. Cifras récord de intercepciones, arrestos y extradiciones a los Estados Unidos han interrumpido al “business as usual”. Con los viejos líderes desaparecidos, la segunda y con frecuencia tercera generación de líderes criminales pelean ahora por el territorio.
Líderes en los EU y la prensa comúnmente encomian el compromiso del presidente Calderón para pelear contra los carteles mexicanos como algo en cierto sentido excepcional. La congresista Connie Mack (R-Fla.) ha dicho, por ejemplo, "Este es un presidente que ha tomado a los carteles de la droga por los cuernos, y no ha dudado en pelear para liberar a México de estos cobardes." Si bien cierto, esta imagen pierde la verdadera dinámica política detrás de la lucha de Calderón. Más que un solitario cruzado quijotesco , es un agudo político respondiendo a las demandas del votante.
Como su predecesor, Calderón fue electo por la creciente clase media mexicana – ahora casi un tercio de la población. Resaltando por mucho tiempo por las disparidades entre los extremadamente ricos y los desesperadamente pobres, México tiene ahora un centro económico que se expande rápidamente. La clase media de México trabaja en pequeños negocios, tienen sus propios carros y casas, y luchan por mandar sus hijos a la Universidad. Y estos votantes lanzaron al PRI en el 2000, terminando sus 70 años de reinado. Desde entonces, han estado tras los incompletos pasos para crear nuevas organizaciones desde la sociedad civil, demandando transparencia civil y pública, una reforma judicial y de seguridad. Son estos votantes quienes decidieron la elección a favor de Calderón en el 2006 – y es a ellos a quienes él está respondiendo.
El mayor cambio (en la iniciativa) es como el dinero se va a gastar: Mientras que más de la mitad de los fondos Mérida amarrados han ido a equipo militar y a entrenamiento, la mayoría de los 330 millones solicitados para el programa en el presupuesto del 2011 serán dirigidos a reformas judiciales en México y a programas de buen gobierno.
"Los resultados de esta aproximación más comprensiva sólo podrán ser vistos a largo plazo. Es la próxima generación de jóvenes quienes se beneficiarán de mejores escuelas, mejores trabajos, y de programas de prevención para una juventud en bajo riesgo."Tratar de atender la naturaleza compleja del comercio de drogas y el crimen organizado en Mexico no es fácil. Muchos problemas afectando los actuales esfuerzos bilaterales –incompetencia y corrupción en la policía y cortes mexicanas, la falta de oportunidades legales y económicas para los jóvenes mexicanos e incluso un acceso desigual a la educación y la falta de fondos para la salud pública y otros programas comunitarios- son difíciles de cambiar.
Los resultados de esta aproximación más comprensiva sólo podrán ser vistos a largo plazo. Es la próxima generación de jóvenes quienes se beneficiarán de mejores escuelas, mejores trabajos, y de programas de prevención para una juventud en bajo riesgo. Realistamente, también tomará una generación para transformar la policía mexicana y las cortes, creando sistemas donde la impunidad es la excepción y no la regla.
La cuestión quedando es si, en la medida que los asesinatos amontonándose todos los días en la frontera y en otras partes de México, dará a los políticos en ambos países la paciencia de seguir esta estrategia hasta el final. Si lo hacen, existe la posibilidad de que diez años a partir de ahora las cosas se vean mejores en México Sino, ambos países estarán peleando la misma guerra contra las drogas en una década.
Mi diagnóstico es que esto es algo que simplemente no se puede demorar. Durante décadas hemos descuidado nuestro sistema policial y legal pensando que podíamos seguir en las mismas condiciones por siempre. Hoy el destino nos ha alcanzado, arrinconándonos. Podemos elegir. Podemos enfrentar este problema hoy asumiendo la paciencia y la perseverancia que nos demanda, o podemos seguir pensando que nos puede esperar para otro día, sólo para despertar con un espanto mucho mayor. Es responsabilidad de los medios dar las herramientas a la ciudadanía para educar a las autoridades. La violencia en los estados priistas me convence de que este no es un problema que se pueda dejar en las manos de ese partido –mucho menos al PRD.
Actualización
Aguilar Camín publica hoy: ¿Qué estamos haciendo?
La pregunta del título está dirigida a los periodistas, opinadores, dueños, directores de medios y, desde luego, a mí mismo:
¿Qué estamos haciendo con la información que damos sobre la violencia en México? La brecha entre lo que publicamos en los medios y lo que dicen los datos duros que sucede realmente es ya un abismo. Alguien está faltando a la verdad: o los datos duros o los medios.
Reproduzco las cifras de homicidios publicadas por el Brookings Institute, en un informe elaborado, con información de la ONU, por el ex vicepresidente de Costa Rica Kevin Casas-Zamora*.
Homicidios al año por cada 100 mil habitantes
Honduras 61
Jamaica 60
El Salvador 52
Guatemala 47
Trinidad y Tobago 40
Colombia 39
Brasil 22
Panamá 19
Nicaragua 13
Paraguay 12
Costa Rica 11.5
México 11.5
Washington 31
Nueva Orleans 95
Si esas son las cifras, ¿por qué reflejamos todos los días en nuestros diarios la imagen de un país donde la violencia ha alcanzado límites intolerables? ¿Por qué México es ejemplo mundial de inseguridad y de violencia?
¿Cómo conciliar las cifras verdaderas, relativamente bajas, con la versión espeluznante que estamos dando del país?
¿Qué estamos sumando mal para que el saldo homicida en nuestros medios sea terrible y en las cifras frías México tenga sólo la mitad de los homicidios que tiene Brasil, la tercera parte de los que tiene Washington, la novena parte que Nueva Orleans?
¿Alguien ha oído hablar de Washington como una ciudad tres veces más peligrosa que el promedio de las ciudades mexicanas? ¿O de Nueva Orleans como una ciudad nueve veces más peligrosa?
¿Qué estamos haciendo? ¿Cómo hemos llegado a construir tal abismo entre la percepción pública y la realidad de la violencia en México?
Creo que esta es una respuesta que los comunicadores debemos responder honrada y profesionalmente. Porque algo estamos haciendo mal para caer tan lejos de la verdad sin estar diciendo mentiras.
*La encuesta de Brookings Institute, citada por Andrés Oppenheimer “La ola de violencia en México”, Reforma, 26/3/210
Respondo a Camín: es muy sencillo. La guerra con armas automáticas es quizás la menos importante. La más importante es la mediática, y en esta pereciera que sí la está ganando el narco. Es importante que la gente aprenda a diferenciar entre las dos. De otra manera, como lo señala O'Neill, seguiremos peleando esta misma guerra diez años en el futuro.