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viernes, 27 de agosto de 2010

Sin reglas ni valores

Gracias a "Cuervo" por la imagen

 Tal es la editorial de hoy de Jorge Fernández Menéndez


La matanza de 72 inmigrantes centro y sudamericanos en San Fernando, Tamaulipas, por un grupo de sicarios de Los Zetas, es la mejor demostración del grado de deterioro y falta de humanidad que está caracterizando cada día más a estos sicarios, surgidos de lo más oscuro de las pandillas que crecen en forma constante sobre todo en la frontera norte. Es una muestra de deterioro moral, pero también de la decadencia de la organización criminal.
Los Zetas tienen control desde tiempo atrás de la ruta que trae a los indocumentados desde la frontera sur, sobre todo en Chiapas, hasta el DF, de aquí a San Luis Potosí: mas desde allí tienen un control casi absoluto del tren que sale de esa ciudad hacia Nuevo Laredo. Los hechos de violencia, las agresiones físicas y sexuales, los robos, son la norma en ese peligrosísimo trayecto que los hombres y las mujeres que cruzan México para buscar un mejor destino en Estados Unidos suelen hacer trepados en los techos del tren. Ni remotamente se ha hecho lo suficiente para preservarles a esos migrantes, en su enorme mayoría centro y sudamericanos, condiciones dignas siquiera similares a las que le exigimos para nuestros migrantes, por ejemplo, a Estados Unidos. Por alguna razón que se termina ubicando una vez más en la corrupción, esa ruta no está bajo el control de las autoridades. Y cuando éstas aparecen terminan estando coludidas con los delincuentes. Y estamos hablando de miles de migrantes que realizan ese trayecto en forma cotidiana.
En este caso, los migrantes fueron engañados por los sicarios, que les exigían un mínimo de mil dólares por persona y, como evidentemente no tenían esa cantidad, entonces tendrían que pagar su "traslado" como sicarios, sirvientas, objetos sexuales, de sus captores. Algo sucedió que, finalmente, decidieron matarlos a todos. Un joven ecuatoriano quedó casi por milagro vivo y fue quien terminó dando aviso a las autoridades. Luego de un largo enfrentamiento, los captores fueron abatidos.
La historia es terrible, pero es una demostración también de a qué nos estamos enfrentando en varios puntos del país. Aquella imagen estereotipada que algunos podían tener del narcotraficante que hicieron célebres los típicos narcocorridos, con sus novias guapas, su AK 47 y su camioneta, con valores y reglas de juego, ya no existe o está en franco proceso de extinción.
Lo que tenemos ahora son jóvenes pandilleros, surgidos de lo más hondo de la sociedad, que matan, violan, secuestran por un puñado de pesos, que ni siquiera saben usar bien un arma, pero están atiborrados de droga y eso los vuelve más insensatos, temerarios y peligrosos. Lo vimos en este caso terrible de San Fernando, pero lo pudimos observar también hace unos días en los pandilleros que con armas largas acribillaron, sin saber siquiera quiénes eran, al personal de seguridad de FEMSA en Monterrey.
Por supuesto que para combatir estos fenómenos se debe trabajar en la educación, la salud, la política social, pero debemos asumir, como ha sucedido en otros países en situaciones similares, que allí tenemos una generación perdida y ya no saldrá, salvo excepciones, de ese círculo de degradación en el que ha caído. Y es una demostración también de por qué hay tantos muertos en ajustes de cuentas, por qué la violencia es tan irracional y, paradójicamente, por qué, pese a todo eso, estos grupos terminarán estando condenados a una degradación moral y organizativa irreversible.
Estamos hablando de sicarios que trabajan y matan por unos dos mil pesos mensuales, que son, para sus jefes, personas desechables sólo útiles para este tipo de crímenes y con el propósito de desestabilizar a una sociedad que no puede explicarse la magnitud de la violencia.
Ella no acabará en el corto plazo: no puede ocurrir eso cuando hay tanto sicario desechable del que echar mano.
Pero las organizaciones criminales tampoco pueden tener futuro basándose cada día más en estos personajes, atemorizando, agrediendo, extorsionando y matando a la gente en forma indiscriminada. En ese deterioro encontrarán su final.
Lavado de dinero
Según fuentes financieras muy confiables, las medidas adoptadas semanas atrás para controlar el lavado de dinero comienzan a tener efectos en los grupos criminales que no saben ya de qué manera canalizar sus recursos.
Además, si son aprobadas las medidas propuestas ayer por el presidente Felipe Calderón, entones la asfixia será mucho mayor.