Pese a que los medios andan en busca de héroes, ha sido un despropósito equiparar el caso de El Diario de Ciudad Juárez con el semanario Zeta de Tijuana. El primero tiene un pasado tormentoso de acusaciones de involucramiento con el narcotráfico y Jesús Blancornelas fue un decidido adversario de las mafias aun a costa de su vida y sin negociar su política editorial.
La comparación fue una falta de respeto a la figura de Blancornelas, quien sufrió un gravísimo atentado que lo tuvo al borde de la tumba y dos de sus ejecutivos fueron asesinados. La revista Zeta se dedicó a revelar el funcionamiento del crimen organizado en la plaza.
En cambio, el dueño de El Diario, Osvaldo Rodríguez Borunda, demandó y obligó al arresto en dos ocasiones de la periodista Isabel Arvide en 2002 por dos columnas publicadas en el periódico Milenio donde examinaba la penetración del narcotráfico en los medios escritos de Ciudad Juárez, entre ellos El Diario. Arvide perdió el juicio por errores procesales, no por contenido periodístico, pero su caso llevó a la despenalización del daño moral contra periodistas. El director de El Diario pedía una indemnización de 8.5 millones de dólares.
Lo interesante del caso fue que en febrero de 2004 la Procuraduría General de la República detuvo a Crispín Borunda con cargos vinculados al narcotráfico, quien había aparecido como pieza fundamental de la columna de Arvide y un reportaje titulado "Un nuevo cártel de la droga en Chihuahua". El reportaje era contundente. A pesar de que Arvide protegió la identidad de sus fuentes, en ese momento, 2 de junio de 2001, se sospechó que los datos habían sido de ciertos niveles militares. El texto comenzaba así:
"Encabezado por el titular de Seguridad Pública del gobierno del Estado, Jesús `Chito´ Solís, un nuevo cartel de la droga sustituye a la organización de Amado Carrillo.
"De acuerdo a documentos a los que tuvo acceso esta reportera, lo que era un secreto a voces quedó comprobado hace pocos días al descubrirse un cargamento de cocaína por autoridades federales quienes, minutos después, recibieron una llamada del hermano del funcionario con la exigencia de que fuesen liberados.
"Entre sus miembros destacados figuran empresarios, asesores y amigos de Patricio Martínez. Sobresalen los nombres de: Crispín Borunda, cuyo rancho es vecino de la propiedad del gobernador, los hermanos Solís, Raúl Muñoz Talavera, Chuy Sotelo, un conocido empresario transportista, Dante Poggio expolicía que vendría a ser el ejecutor armado y el dueño del periódico El Diario de Chihuahua, Osvaldo Rodríguez Borunda.
"Este último, sospechoso de lavar dinero producto del narcotráfico desde hace muchos años, recibirá el premio nacional de periodismo de manos del titular de Gobernación el próximo siete de junio. Su fuerza le permitió quitar de la Quinta Zona Militar al general Juan Morales Fuentes en noviembre de 1999 por `revisar´ su avioneta.
"Total complicidad de las autoridades locales con los narcotraficantes, el procurador un cero a la izquierda."
La historia del caso Arvide, que mereció una defensa de la libertad de expresión en contra de las acusaciones de daño moral para castigar la difusión de hechos ciertos o falsos, se localiza en http://www.isabelarvide.com/chihuahua.php. Al final, el gobierno de Chihuahua se desistió, el caso Arvide llevó al entonces procurador Rafael Macedo de la Concha a emitir un histórico acuerdo para impedir los citatorios a periodistas y proteger el secreto profesional y al entonces diputado Manlio Fabio Beltrones a promover la despenalización federal del daño moral en casos de periodistas.
Las indagaciones de Arvide fueron significativas en su momento porque revelaron la penetración del narcotráfico en las esferas sociales, políticas y de medios de Chihuahua y sobre todo de Ciudad Juárez. La crisis actual en esas plazas, por tanto, no nació por generación espontánea sino que se tejió a lo largo de años. La fuente original del narco estuvo en comandantes policiacos que se asentaron en Ciudad Juárez y Nuevo Laredo, todos ellos con hilos de poder en los medios.
La situación de los medios en Juárez tiene historias secretas. Por ejemplo, está el caso de otro diario importante que se fortaleció con dinero del narco, el financiador fue detenido, luego salió libre, quiso cobrar su deuda pero le dijeron que no, el narco mandó secuestrar al director de ese medio y la mamá del editor tuvo que pagar la deuda para salvar a su hijo.
Ahora mismo el director de El Diario, Rodríguez Borunda, radica en El Paso, Texas. Algunas fuentes señalan diferencias con el narco Gilberto Ontiveros Lucero -ficha de la DEA en www.justice.gov/dea/fugitives/elpaso/ontiveros-lucero.htm-, quien regresó a Juárez a cobrar deudas.
En este contexto, la comparación de Rodríguez Borunda con Jesús Blancornelas debe ser consideraba una ofensa a la memoria del director del semanario Zeta porque Blancornelas fue un periodista a carta cabal, sin la menor sospecha de presuntas irregularidades. A menos, claro, que haya cierto sector de la crítica que gusta magnificar todo lo que huela a ataques al gobierno cuando se han terminado los argumentos.
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