domingo, 12 de junio de 2011
El secretario idiota... ¿de veras?
10:59
Flash Gordon
Tenemos claro que una noticia se coloca en el mercado a punta de encabezados provocadores. Pero en el caso del titular de Hacienda, quien está expuesto al ser el precandidato de su partido, los medios están siendo demasiado abusivos y demasiado soberbios. No se trata de practicar el periodismo servil de los viejos tiempos, pero no les vendría mal un poco más de cuidado.
Foto: Héctor Téllez
Una de las más dudosas prácticas del periodismo escrito es la facultad que tienen los “editores” (no tiene ya remedio el uso de este palabro en estos pagos avasallados por el inglés y poblados de súbditos que adoptan alegremente cuanta expresión, término o modismo provenga del vecino país: el día en que volvamos a tener ministerios en vez de “secretarías”, jefes de redacción en lugar de “editores”, “tarjetas de embarque” por “pases de abordar” e instalaciones en vez “facilidades” —esta última permuta, particularmente horrorosa e imbécil, no es muy corriente pero, ustedes ya verán, pasará poco tiempo y se incorporará plenamente al habla usual—, el día, lo juro por miwhisky favorito que es uno de escocia —el whiskey de Kentucky [el bourbon, es decir] no lo acostumbro— y, ya que en eso andamos, al que no hay que llamar “escocés” [scotch] ]sino así, whisky [y, desde luego, no güisqui porque tampoco hay que exagerar], el día, repito por tercera o cuarta vez, que nuestros politicastros proclamen solemnemente la instauración de ministerios y alcaldías mayores, ese día —termino ya— me declaro nacionalista-revolucionario de adopción y, de paso, cambio de bando y me paso a las izquierdas —pero mientras eso no ocurra sigo como estoy—), una de las más dudosas prácticas del periodismo escrito —prosigo, finalmente, luego de tan farragosa digresión, amables y pacientes lectores— es la de poner a las noticias titulares deliberadamente llamativos y provocadores (esto, en sí mismo no estaría tan mal: el problema es que terminan siendo, por ello, mentirosos, embusteros y abusivos).
He olvidado ya los detalles de aquello de que la pobreza era un “mito genial” pero, eso sí, creo recordar que don Pedro Aspe —un señor muy capaz que sabía lo que hacía y, estoy seguro, sabía también lo que decía— nunca profirió las cosas de esa forma. De la misma manera, Ernesto Cordero —el actual secretario (“secretary”, of course) de Hacienda— a lo mejor ha tenido por ahí algún derrape, pero consignar reiteradamente sus declaraciones fuera de contexto y hacerlo aparecer como un perfecto cretino ya no es brindar información a la gente —fin último de los medios de prensa— sino editorializar, es decir, presentar las cosas de manera sesgada.
El tipo es uno de los precandidatos de su partido. Supongo que a alguna gente le interesará, desde ya, ir minando sus posibilidades. El asunto, sin embargo, va más allá de una posible, o supuesta, campaña de descrédito dirigida contra de un individuo particular. Después de todo, ésas son las reglas del juego: si te metes a la arena, sabes que estarás plenamente expuesto —de tiempo completo, por así decirlo— y que no habrá declaración, anécdota o episodio que dejará de ser mirado con lupa. Lo importante es lo otro: me parece escandaloso, por decirlo de alguna manera, no encontrar en el texto de una nota periodística las palabras tal y como aparecen (generalmente de forma desventajosa y poco benigna para el interesado) en los titulares.
Una persona que dice, textualmente, “México no es pobre, los que son pobres son los mexicanos”, está lanzando un insolente desafío al sentido común y ganándose, merecidamente, toda clase de descalificaciones y denuestos. Pero si, luego de caer en la celada que te hace espulgar una crónica para descubrir al autor del desatino y, tras revisar minuciosamente el escrito, no encontrar en ninguna parte la declaración formulada así, tal cual, entonces no puedes aceptar, de ninguna manera, que lo que queda de la noticia es precisamente eso, la declaración imprudente y tonta siendo que, en realidad, las cosas nunca fueron dichas así.
Nosotros vendemos un producto, desde luego. Y, una noticia se coloca en el mercado a punta de encabezados provocadores. Te lo enseñan en todas las escuelas de periodismo. Pero los medios estamos siendo ya demasiado abusivos y demasiado soberbios. No se trata, naturalmente, de practicar el periodismo servil de los viejos tiempos. No nos vendría mal, sin embargo, un poco más de cuidado. Y de decencia, diría yo.