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lunes, 26 de diciembre de 2011

PRI: pacto… de censura


No nos confundamos: lo que Coldwell y el PRI quieren es un “pacto de civilidad” para proteger a Peña Nieto de críticas y de cuestionamientos ante la vulnerabilidad mostrada.

Martín Moreno
Propone el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, un “pacto de civilidad” para elecciones de 2012, incluida la presidencial. ¿Cuál es el fondo y la intención? Sencillo: proteger al priismo de críticas o de cuestionamientos durante las campañas electorales.
El “pacto de civilidad” en realidad tiene, como trasfondo, cubrir con un manto de intocabilidad a su candidato presidencial. Protegerlo de cualquier crítica, cuestionamiento o situación incómoda.
Cero críticas quiere el PRI. ¿Para qué libertad de expresión si siempre habrá una pluma, una voz, un periodista o un medio, dispuestos a callar a cambio de prebendas? Censura, en una palabra.
No podía ser de otra manera. El PRI fue moldeado para uso y servicio del presidencialismo. Giró siempre en torno a la decisión presidencial, descartados el consenso democrático, la pluralidad, la libertad política. Los priistas no fueron diseñados para la democracia. No hay priista demócrata.
Por eso ahora, bajo el eufemismo de la “civilidad política”, pide Coldwellque se “proteja la elección presidencial”. Chorradas. En realidad quiere decir: “que se proteja a mi candidato presidencial”.
Un “pacto de civilidad”, insiste Coldwell, “por la estabilidad del país”. Pamplinas. El PRI quiere que no se toque a su candidato presidencial ni con el pétalo de una crítica, asumiendo que cualquier postura crítica, contraria o incómoda se asumirá como un “ataque que atenta contra la estabilidad del país”. Y esto es grave. ¿Por qué?
Porque de un plumazo el PRI pretende desconocer a las instituciones encargadas de la estabilidad nacional, como son los gobiernos elegidos democráticamente y la Secretaría de Gobernación; desconocer a un IFE cuestionado, cierto, pero que es el principal garante de la elección presidencial; desconocer, de paso, a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade).
Desconocer a instituciones avaladas por el propio PRI y sustituirlas, en la praxis político-electoral, por un “pacto de civilidad” a conveniencia del priismo.
Pero Coldwell va más allá. Plantea que el pacto proteja también las campañas del riesgo de ser infiltradas por el crimen organizado. De acuerdo. Pero es una propuesta hipócrita y tardía. ¿Por qué?
Si el PRI realmente se hubiera preocupado, en los últimos años, por que la política estuviera ajena a los intereses del narcotráfico, pues no habría permitido que el ex gobernador priista de Tamaulipas, Eugenio Hernández, se hubiera rendido al narco.
O que Fidel Herrera entregara Veracruz a Los Zetas.
O que Ismael Hernández Deras nada hiciera contra la criminalidad en Durango.
O que José Reyes Baeza permitiera que Chihuahua fuera territorio narco.
Todos priistas.  
Que no nos salga ahora Pedro Joaquín Coldwell con que el PRI está muy preocupado porque el narco mete la mano en política, cuando absolutamente nada hicieron cuando algunos gobiernos priistas se entregaron a los brazos del narcotráfico.
Por eso, en 2010, la mitad de las 15 mil 273 ejecuciones ocurrieron en Chihuahua, Sinaloa y Tamaulipas, gobernados por el PRI.
Y por eso, de los diez municipios más violentos del sexenio, ocho son encabezados por el PRI: Ciudad Juárez, Chihuahua, Tijuana, Torreón, Durango, Gómez Palacio, Culiacán y Acapulco. Tardía —y convenenciera— la preocupación del líder priista.
“Pacto de civilidad”, pide el PRI, para garantizar la estabilidad del país.
No se preocupe, señor Coldwell, que a pesar de todo hay instituciones más confiables, sólidas y democráticas, en comparación a los años dorados del priato.
“Pacto antinarco”, piden el PRI y Peña Nieto, para evitar su infiltración en elecciones.
No se preocupen, que cada quien responderá por sus acciones y será castigado —electoral o penalmente— por las instancias legales respaldadas, en su momento, por el PRI.
Si el PAN y el PRD caen en el garlito del PRI, serán muy inocentes, por decirlo de manera suave.
No nos confundamos: lo que Coldwell y el PRI quieren es un “pacto de civilidad” para proteger a Peña Nieto de críticas y de cuestionamientos.
Pacto para proteger al PRI. Y a su candidato.
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