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sábado, 1 de octubre de 2011

Ni macrobus ni vía express : el sabotaje


Lo único peor que una mala propuesta es no tener ninguna propuesta.

“Por sus obras los conoceréis” dice la expresión popular, pero  sin duda que por la falta de obras también “podeis conocer” al sujeto.

En el caso de Guadalajara, los gobiernos municipales han costado a la zona metropolitana dos mil quiñentos millones de pesos en inversión para transporte público, eso ante su intransigencia para la habilitación de el macrobus por Avenida Ávila Camacho. Nunca les gustó al munícipe de Zapopan, el señor Vielma, pero especialmente al Peña Nieto jalisciense, Aristóteles Sandoval de Guadalajara.  Es irracional, porque de estos ya se tenían mil millones de pesos de parte de la federación para la obra, pero a propósito se estorbó el proceso  sin más fin, al parecer, que no regalarle esta medalla al gobierno del estado.
La vía uno del macrobus ya existe 

¿Qué es el macrobus? Básicamente se trata de un sistema de autobuses articulados que, si bien no son ninguna maravilla, si dan mejor servicio que nuestro pésimo transporte público habitual, por ende cuenta con la antipatía de taxistas y del sindicato de camioneros.

Ahora bien, el sabotaje para ser efectivo –o al menos engañar a algunos incautos- nunca debe presentarse como tal. Esto es obvio. Así como López Obrador escondió su oficio antidemocrático llamado a un fraude (y por lo tanto disfrazándose de demócrata, cosa que no es) las administraciones municipales nunca dijeron oponerse por estorbar -¿a dónde se llega así?- sino que se disfrazaron en “mejores proyectos” que nunca supieron armar.

“El método más fácil de cohesión es decir no, porque no te compromete” expone Herbert Taylor, es coordinador de Innovación y Desarrollo del Gobierno de Jalisco y entonces presidente del Consejo de Administración del Sistema de Tren Eléctrico Urbano (Siteur), en el diario El Informador. “Los alcaldes dijeron no, pero nunca pusieron (sobre la mesa) una propuesta o una contrapropuesta medianamente estudiada de forma técnica, no salieron de discursos. Ante una mentira perdimos dos mil 500 millones de pesos de inversión, solo contra un acuse de recibo de un documento”.

Aristóteles, por ejemplo, afirmaba que él prefería un metro. Bueno, todos lo hacemos, pero es mucho más caro. Sin medios para financiar la obra, la propuesta es absolutamente inútil. Luego vino con ocurrencias como la de un “monorriel magnético” del tipo al de Disneylandia, o del que se usa en grandes aeropuertos, pero que por razones técnicas no existen en circuitos más grandes.

Eso en cuanto a la movilización masiva. ¿Y la motorizada?

Bueno, la semana pasada se dio el carpetazo final a la vía Express, una autopista que sería financiada por la iniciativa privada y que surcaría toda Avenida Inglaterra de Guadalajara y Zapopan, que corre paralela a las vías del tren,  para unirse a la salida a la ciudad de México y al aeropuerto.


¿Cuál fue la queja aquí? De nuevo paja políticamente correcta sobre “privilegiar el uso del automóvil”. Sinceramente es la  inversión y el riesgo de inversionistas privados. En efecto, la vía sería de cuota, pero quien no quisiera usarla pues tiene las vías que de cualquier manera estarían ahí. En fin, el proyecto creó una reacción absolutamente irracional entre los talibanes en contra del automóvil, como si en la ciudad tuviéramos una infraestructura tan robusta que nos permita hacerle el feo a semejantes inversiones, y como si rebosáramos de tantos empleos que, la nómina temporal creada por el proyecto no fuera un alivio muy a tiempo para miles de personas.

De haberse ejercido en su fecha inicial de construcción, a estas alturas estaría casi terminada.  En contraste Avenida Inglaterra sigue igual, sin el “parque lineal” que se les antojó a los opositodo, o el “tren suburbano” que también sugirieron (proyectos que, por cierto, igual pudieron llevarse a cabo con independencia a la vía express o no).

Cito de nuevo Herbert Taylor en El Informador


“Culpo a los partidos políticos y a su lógica de partidizar todo, culpo a los políticos de medio pelo, porque solamente están pensando en cómo evitar que el rival, el de enfrente tenga un logro y me regocijo de los fracasos de los demás; los fracasos son de la sociedad. Culpo a los malos oficios, a aquellos que son responsables, que dicen no a los acuerdos políticos”, dijo.

Taylor Arthur además se fue en contra de los legisladores, pues aseguró que son cargos caros y poco productivos.

“No sé si tiene que ver (con lo que dice) el gobernador que no está dispuesto a seguir convirtiendo al Congreso en la cueva de Alí Babá. El problema es que (el Congreso) se está convirtiendo en un lugar en donde vas a colocar a los amiguchos y vas colocando a todo el mundo y vas convirtiendo en cotos de poder y vas basificando y no distinguen de colores, rojos, verdes, naranjas, azules; cuando era diputado había oficinas que sacaban chamba con 12 personas y sacaron la chamba por años, lo hacían con buenos resultados, y hoy tienen 40, 60 personas y a esas personas las tienen sentadas en un sillón junto con otras 60 que no hacen más lo que hacían ocho y eso se convierte en un barril sin fondo”, expuso.

Dejamos aquí, entonces, constancia de las actitudes que tienen a la ciudad estancada por quienes dicen querer un cambio, pero que se oponen a él con todas sus fuerzas cuando se pone en frente.
  
Tema aparte:


Gracias a Foro Paralelo por su invitación a participar en su espacio: http://foroparalelodemilenioelotroforo.blogspot.com/, he considerado, sin embargo, que la pobrecita izquierda está tan hostigada, tan atacada y tan arrinconada, que hay que dejarles el lugar a los pobrecitos, para que ya no sufran tanto por nuestro "horrible acoso". Que sean felices ahí y que el lector se enriquezca por la imparcialidad, rigor informativo y objetividad de sus análisis....o no.