Esta es mi respuesta a la editorial del señor Cueva hoy en Milenio:
http://impreso.milenio.com/node/8823422
El nivel de abstencionismo en Tamaulipas mostró que la campaña de Terror del narco funcionó. La campaña de miedo mantuvo en el poder al PRI en ese estado, y en los hechos el PRI y el narco viven en un abrazo mortal, donde para que uno se perpetúe en el poder necesita el miedo creado por el otro, alimentado por alcahuetes como Cueva -y por casi todos los editorialistas de este país, quienes no tienen el valor cívico y moral de condenar al narco, de llamar a los verdaderos culpables por su nombre –nos referimos al PRI y a sus ineptos y corruptos gobernadores- sino de apostar a la confusión, el miedo y la desinformación inmolando la campaña de Calderón, la cual podrá ser imperfecta, pero que es indispensable e inaplazable.
Tal parece ser que en México no se castiga la irresponsabilidad, sino el no poder cumplir con metas inalcanzables, como acabar en cuatro años el crimen que se sembró en 40.
Al forista antichurros le digo que no se él, pero en mi experiencia el borrego mexicano no es el que se cree la propaganda oficial. Es al revés. Es el que descalifica por instinto todo lo que venga del gobierno.
Hable usted con su vecino, y ante el hecho más trivial, siempre le querrá presumir su inteligencia explicándole el último compló, la última mentira de la autoridad; la más reciente manipulación.
La ironía es que es justo es actitud la que hace al mexicano promedio extremadamente manipulable, crédulo, e ingenuo hacia las teorías que inventa en su cabeza.
Antichurros pretende ignorar que no tenemos una sociedad abierta a creer la información que viene del gobierno. Eso es falso. El mexicano por definición no cree nada de lo que venga de un canal oficial porque esta acostumbrado a la simulación y al engaño.
Tal actitud es aprovechada por fuerzas de propaganda que, desde que me acuerdo, desean tener ganancias en cualquier río revuelto.
Es usada, por ejemplo, por el narco, quien sabe que Calderón tiene muchos enemigos poderosos: nada menos que el PRI, nada menos que un loco que perdió la elección presidencial del 2006, más los que se acumulen. Todos unen sus diferentes intereses pero un fin común: tumbar el gobierno de Felipe Calderón.
En cuanto a Cueva, termino aplicándole su propia frase: Lo que usted hace, señor Cueva, no es informar, eso no es ofrecer cuentas, es distorsión.