viernes, 14 de junio de 2013
El gasto público no arranca y el PIB se desacelera
8:22
Flash Gordon
A diferencia de los fanáticos de López Obrador -creo que puedo hablar por todos los integrantes de este foro- no deseamos el fracaso de Peña Nieto. ¿Por qué habríamos de quererlo? Su fracaso es el nuestro. Si a él le va mal, a nosotros peor. Yo, por instancia, pronosticaba que al menos en algo no iría bien, y era en el terreno económico. Al menos mientras no se acercara la nueva elección presidencial y el PRI volviera a hipotecar la casa para comprar nuestro voto.
Lo sorprendente es que me equivoqué. El nuevo gobierno no está ejerciendo el gasto, y en un hecho que -¿quién se sorprende?- recibe poca atención en los medios, el bajo crecimiento que registra el país se debe, probablemente principalmente, al subejercicio del gasto público.
Pero no me escuchen a mí, escuchen a los expertos:
Texto de El Economista:
El gasto no ejercido devela algo
que viene a ser un secreto a voces: la administración entrante tiene problemas
para operar en las primeras semanas.
El gobierno de Enrique Peña Nieto
arrancó con un fuerte subejercicio del gasto. Esto hubiera sido elogiado
como un ejemplo de prudencia, si el PIB no hubiera registrado un frenón tan
fuerte en el primer trimestre. ¿Es sensato tener superávit público y rezagos en
el ejercicio presupuestal en un periodo en el que la economía está perdiendo
fuerza y registra un crecimiento de apenas 0.8 por ciento?
La Secretaría de Comunicaciones
y Transportes dejó de ejercer 4,041 millones de pesos por retrasos en los
procesos de licitación para inversión pública. La Secretaría de Desarrollo
Social no ejerció 3,703 millones de pesos, debido a retardos en la difusión de
proyectos productivos a través de convocatoria pública. En el caso de la
Secretaría de Hacienda, el gasto no ejercido fue de 2,041 millones de pesos,
debido a aplazamientos en la publicación y difusión oportuna de las respectivas
reglas de operación.
¿Por qué se retrasa una
convocatoria o un proceso de licitación? Seguramente hay ineficiencias; quizá
haya también un planteamiento estratégico: retener el gasto es una forma de
enfatizar que las cosas han cambiado, respecto del gobierno anterior, para bien
y para mal.
Cualquiera que sea la explicación,
ésta no aparece en el en el informe sobre las finanzas públicas correspondiente
al primer trimestre que emite la Secretaría de Hacienda. El documento es rico
en cifras, pero esquivo con respecto a los motivos del subejercicio.
El gasto no ejercido devela algo
que viene a ser un secreto a voces: la administración entrante ha tenido
problemas para operar en las primeras semanas. El mensaje de cambio y
eficiencia se comunica bien, pero la realidad en los niveles operativos es
mucho más complicada.
La transición no fue tan tersa como
nos la hacía parecer la cortesía extrema entre Felipe Calderón y Enrique Peña.
Se habla de alrededor 800 directores generales nombrados durante la
administración calderonista que se resisten a entregar su oficina a los
entrantes. Argumentan que sus derechos laborales están protegidos por el
servicio civil de carrera. Se ha generado un vacío. Los nuevos no pueden
operar. Los salientes ya no toman decisiones.
Este problema micro es uno de los
factores que impacta las cifras macro. El gasto público en el primer trimestre
del 2013 tuvo una caída mayor de 10%, respecto del mismo periodo del 2012. Esta
baja es la mayor registrada para un primer año en cuatro sexenios. Ni siquiera
la crisis generada por el error de diciembre de 1995 provocó una caída similar
en el gasto público. En ese año fue de 8.8 por ciento. El arranque de los
sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón no tuvo problemas de subejercicio. El
gasto creció 4.5 y 7%, respectivamente.
Podemos entender que el periodo de
comparación, primer trimestre del 2012, fue un momento en que el gasto público
fluyó caudalosamente.
La proximidad de las elecciones y
la dinámica propia del cierre de administración contribuyeron a mantener
abierta la llave del gasto. Podemos incluso conceder que el hecho de que las
vacaciones de Semana Santa hayan caído en la última semana de marzo fue
perjudicial para el ejercicio normal del gasto. Sin embargo, no hay forma de
comprender por qué hay retrasos en la publicación de convocatorias, en un
contexto en el que la economía está desacelerándose. En este contexto, el
superávit no es una virtud.